Jesus said to his disciples: “You have heard that it was said to your ancestors, Do not take a false oath, but make good to the Lord all that you vow. But I say to you, do not swear at all; not by heaven, for it is GΘD’s throne; nor by the earth, for it is his footstool; nor by Jerusalem, for it is the city of the great King. Do not swear by your head, for you cannot make a single hair white or black. Let your ‘Yes’ mean ‘Yes,’ and your ‘No’ mean ‘No.’ Anything more is from the Evil One.”
HOMILY
Language has the potential for great good when we use it well.
But it also has the potential for great harm when we abuse it.
In today’s Gospel Jesus instructs us about one of the greatest gifts in our possession: the gift of language. He reminds us that our words should respectfully and humbly embody the truth. So often we misuse our words, and in this passage Jesus clearly opposes the kind of oath taking that seeks to control GΘD for our own purpose, whether it’s by swearing by heaven—GΘD’s throne, or by earth—his footstool, or by Jerusalem—his holy city. The temptation to control GΘD for our own purpose has been deeply rooted in the human spirit since we first sinned against him in the Garden of Eden. From the very beginning of our history, the use of incantations has been an attempt to control the spirit world. To help us counteract this, the Lord’s Prayer urges us to surrender to GΘD’s purpose: “Hallowed be thy name; they kingdom come, thy will be done.” The eighth commandment was directed toward the proper use of the gift of language: “Thou shalt not bear false witness.” Jesus reminds us today that our words should respectfully and humbly embody the truth. Since language is part of our spiritual heritage, it has the potential for great good when we use it well. But it also has the potential for great harm when we abuse it. Jesus cautions us in this passage to use language well. He encourages us to be humble, truthful, simple, and honest when we speak. We are to say what we mean so that we can create an authentic connection with others, which will then build meaningful relationships. That is exactly what we do when we let our “yes” be “yes” and our “no” be “no.” What a great gift we can give to those around us if we just respect the gift of language and use it as GΘD intended!
Language has the potential for great good when we use it well.
But it also has the potential for great harm when we abuse it.
ACT OF SPIRITUAL COMMUNION
O my Jesus,
I believe that You are present in the Most Holy Sacrament.
I love You above all things, and I desire to receive You into my soul.
Since I cannot at this moment receive You sacramentally,
come at least spiritually into my heart.
I embrace You as if You were already there,
and I unite myself wholly to You.
Never permit me to be separated from You.
Amen.
TIEMPO ORDINARIO
SÁBADO DE LA DÉCIMA SEMANA ~ 2020
EVANGELIO
Mateo 5, 33-37
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso y le cumplirás al Señor lo que le hayas prometido con juramento. Pero yo les digo: No juren de ninguna manera, ni por el cielo, que es el trono de DIΘS; ni por la tierra, porque es donde él pone los pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del gran Rey. Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro uno solo de tus cabellos. Digan simplemente sí, cuando es sí; y no, cuando es no. Lo que se diga de más, viene del maligno’’.
HOMILÍA
El lenguaje tiene el potencial de un gran bien cuando lo usamos bien.
Pero también tiene el potencial de causar un gran daño cuando abusamos de él.
En el Evangelio de hoy, Jesús nos instruye acerca de uno de los mejores dones que poseemos: el don del lenguaje. Nos recuerda que nuestras palabras deben encarnar respetuosa y humildemente la verdad. Muy a menudo usamos mal nuestras palabras, y en este pasaje Jesús se opone claramente al tipo de juramento que busca controlar a DIΘS para nuestro propio propósito, ya sea jurando por el cielo, el trono de DIΘS, o por la tierra, su escabel o Jerusalén. Su ciudad santa. La tentación de controlar a DIΘS para nuestro propio propósito ha estado profundamente arraigada en el espíritu humano desde que pecamos por primera vez contra él en el Jardín del Edén. Desde el comienzo de nuestra historia, el uso de encantamientos ha sido un intento de controlar el mundo espiritual. Para ayudarnos a contrarrestar esto, la Oración del Señor nos insta a rendirnos al propósito de DIΘS: “Santificado sea tu nombre; venga el reino, hágase tu voluntad “. El octavo mandamiento estaba dirigido al uso apropiado del don del lenguaje: “No darás falso testimonio”. Jesús nos recuerda hoy que nuestras palabras deben encarnar respetuosa y humildemente la verdad. Dado que el lenguaje es parte de nuestra herencia espiritual, tiene el potencial de un gran bien cuando lo usamos bien. Pero también tiene el potencial de causar un gran daño cuando abusamos de él. Jesús nos advierte en este pasaje que usemos bien el lenguaje. Él nos anima a ser humildes, sinceros, simples y honestos cuando hablamos. Debemos decir lo que queremos decir para que podamos crear una conexión auténtica con los demás, lo que luego construirá relaciones significativas. Eso es exactamente lo que hacemos cuando dejamos que nuestro “sí” sea “sí” y nuestro “no” sea “no”. ¡Qué gran regalo podemos dar a quienes nos rodean si solo respetamos el don del lenguaje y lo usamos como DIΘS pretendía!
El lenguaje tiene el potencial de un gran bien cuando lo usamos bien.
Pero también tiene el potencial de causar un gran daño cuando abusamos de él.
EL ACTO DE COMUNIÓN ESPIRITUAL
Oh Jesús mío,
creo que estás presente en el Santísimo Sacramento.
Te amo por encima de todas las cosas y deseo recibirte en mi alma.
Como no puedo recibirte en este momento sacramentalmente,
entra al menos espiritualmente en mi corazón.
Te abrazo como si ya estuvieras allí,
y me uno completamente a ti.
Nunca permitas que me separe de ti.
Amén.