Jesus said to his disciples: “As it was in the days of Noah, so it will be in the days of the Son of Man; they were eating and drinking, marrying and giving in marriage up to the day that Noah entered the ark, and the flood came and destroyed them all. Similarly, as it was in the days of Lot: they were eating, drinking, buying, selling, planting, building; on the day when Lot left Sodom, fire and brimstone rained from the sky to destroy them all. So it will be on the day the Son of Man is revealed. On that day, someone who is on the housetop and whose belongings are in the house must not go down to get them, and likewise one in the field must not return to what was left behind. Remember the wife of Lot. Whoever seeks to preserve his life will lose it, but whoever loses it will save it. I tell you, on that night there will be two people in one bed; one will be taken, the other left. And there will be two women grinding meal together; one will be taken, the other left.” They said to him in reply, “Where, Lord?” He said to them, “Where the body is, there also the vultures will gather.”
HOMILY
As it was in the days of Noah, so it will be in the days of the Son of Man.
Today’s Gospel warns us against being so absorbed in the ordinary day-to-day activities of life that we neglect what is of ultimate importance, namely, our relationship with Lord and his kingdom within us. The Gospel speaks of eating and drinking, buying and selling, planting and building and marrying. These and many other similar activities are the very stuff of life. They are vitally important, and life couldn’t go on without them. They’re so important, in fact, that all too often we see them as the most important human activities that we should be devoting all our time, energy, and resources to. But above and beyond all of this necessary stuff, there’s a deeper reality, what today’s Gospel calls “the day the Son of Man is revealed.”
The Son of Man is revealed not only at the end of time, but also at the end of our own personal lives. He comes to us in and through the ordinary activities that fill our lives. As the Prologue to the gospel of John says, “the Word became flesh and dwelt among us.” All of life is an invitation to behold and contemplate and engage with the Lord who is at the heart of all of human activity. He calls out to us, as we go about our daily lives. Those who rise above the daily stuff of life will hear him and respond with generous hearts to the needs of others around them. My brothers and sisters, the day of the Lord is today, and tomorrow and the day after that. So live your life today as if Jesus is right here among us—be-cause he actually and truly is.
As it was in the days of Noah, so it will be in the days of the Son of Man.
ACT of SPIRITUAL COMMUNION
O my Jesus,
I believe that You are present in the Most Holy Sacrament. I love You above all things, and I desire to receive You into my soul. Since I cannot at this moment receive You sacramentally, come at least spiritually into my heart. I embrace You as if You were already there, and I unite myself wholly to You. Never permit me to be separated from You. Amen.
TIEMPO ORDINARIO
VIERNES de la TRIGÉSIMO SEGUNDO SEMANA ~ 2020
EVANGELIO
Lucas 17, 26-37
En aquellos días, Jesús dijo a sus discípulos: “Lo que sucedió en el tiempo de Noé también sucederá en el tiempo del Hijo del hombre: comían y bebían, se casaban hombres y mujeres, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucedió en el tiempo de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, sembraban y construían, pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Pues lo mismo sucederá el día en que el Hijo del hombre se manifieste. Aquél día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, que no baje a recogerlas; y el que esté en el campo, que no mire hacia atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. Quien intente conservar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. Yo les digo: aquella noche habrá dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro abandonado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra abandonada”. Entonces, los discípulos le dijeron: “¿Dónde sucederá eso, Señor?” Y él les respondió: “Donde hay un cadáver, se juntan los buitres”.
HOMILÍA
Lo que sucedió en el tiempo de Noé también sucederá en el tiempo del Hijo del hombre.
El evangelio de hoy nos advierte contra estar tan absortos en las actividades cotidianas de la vida que descuidamos lo que es de máxima importancia, a saber, nuestra relación con el Señor y su reino dentro de nosotros. El Evangelio habla de comer y beber, comprar y vender, plantar y construir y casarse. Estas y muchas otras actividades similares son la esencia misma de la vida. Son de vital importancia y la vida no podría continuar sin ellos. Son tan importantes, de hecho, que con demasiada frecuencia los vemos como las actividades humanas más importantes a las que deberíamos dedicar todo nuestro tiempo, energía y recursos. Pero más allá de todas estas cosas necesarias, hay una realidad más profunda, lo que el Evangelio de hoy llama "el día en que el Hijo del Hombre es revelado".
El Hijo del Hombre se revela no solo al final de los tiempos, sino también al final de nuestra propia vida personal. Él viene a nosotros en y a través de las actividades ordinarias que llenan nuestras vidas. Como dice el Prólogo del evangelio de Juan, "el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros". Toda la vida es una invitación a contemplar y relacionarse con el Señor que está en el corazón de toda la actividad humana. Él nos llama a medida que avanzamos en nuestra vida diaria. Aquellos que se elevan por encima de las cosas cotidianas de la vida lo escucharán y responderán con corazones generosos a las necesidades de los que los rodean. Mis hermanos y hermanas, el día del Señor es hoy, mañana y pasado mañana. Así que vive tu vida hoy como si Jesús estuviera aquí mismo entre nosotros, porque realmente lo está.
Lo que sucedió en el tiempo de Noé también sucederá en el tiempo del Hijo del hombre.
El ACTO de COMUNIÓN ESPIRITUAL
Oh Jesús mío,
Creo que estás presente en el Santísimo Sacramento. Te amo por encima de todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Como no puedo recibirte en este momento sacramentalmente, entra al menos espiritualmente en mi corazón. Te abrazo como si ya estuvieras allí, y me uno completamente a ti. Nunca permitas que me separe de ti. Amén.