Mary set out and traveled to the hill country in haste to a town of Judah, where she entered the house of Zechariah and greeted Elizabeth. When Elizabeth heard Mary’s greeting, the infant leaped in her womb, and Elizabeth, filled with the Holy Spirit, cried out in a loud voice and said, “Blessed are you among women, and blessed is the fruit of your womb. And how does this happen to me, that the mother of my Lord should come to me? For at the moment the sound of your greeting reached my ears, the infant in my womb leaped for joy. Blessed are you who believed that what was spoken to you by the Lord would be fulfilled.”
And Mary said: “My soul proclaims the greatness of the Lord; my spirit rejoices in GΘD my Savior for he has looked with favor on his lowly servant. From this day all generations will call me blessed: the Almighty has done great things for me and holy is his Name. He has mercy on those who fear him in every generation. He has shown the strength of his arm, and has scattered the proud in their conceit. He has cast down the mighty from their thrones, and has lifted up the lowly. He has filled the hungry with good things, and the rich he has sent away empty. He has come to the help of his servant Israel for he has remembered his promise of mercy, the promise he made to our fathers, to Abraham and his children forever.”
Mary remained with her about three months and then returned to her home.
HOMILY
And Mary said, “My spirit rejoices in GΘD, my Savior.”
Mary indeed, has every reason to rejoice in GΘD, her Savior, for he has truly looked with favor upon her. The Assumption of Mary is the oldest Marian feast in our Church, with the Council of Chalcedon referring to it in 451. The Assumption reveals that GΘD, who planned the very first moment of Mary’s life with such meticulous care also planned her very last moment just as meticulously. At the first moment of her life, by a special divine privilege, Mary was preserved from all stain of sin. And, at the last moment of her life by yet another divine privilege, she was preserved from bodily corruption by being assumed body and soul into heaven. In Mary’s Immaculate Conception, the emphasis is on the soul; in her Assumption the emphasis is on the body. Both of these are important because they teach us that the soul and the body were created for each other. At death, there is only a temporary separation, because at the resurrection, the soul and the body will be reunited forever. From this truth we can say with confidence that GΘD is very interested in saving not only our souls, but our bodies as well, with Mary’s Assumption bearing powerful testimony to this truth. By faith we believe that the body that participated in the battle of earthly life will also participate in the victory of heavenly life.
Our cause for rejoicing today as we celebrate the Assumption of Mary is that the whole person, body and soul, participates in the battle of life, and the whole person, body and soul, will one day participate in the victory of life. Today, and every day, pray and ask Mary, your Mother, to obtain for you the grace you need to respect and discipline your body and soul so that you may join her and all the hosts of heaven in the Wedding Feast of the Lamb, for this is exactly what GΘD wants for you.
Hail Mary, full of grace…
ACT OF SPIRITUAL COMMUNION
O my Jesus,
I believe that You are present in the Most Holy Sacrament. I love You above all things, and I desire to receive You into my soul. Since I cannot at this moment receive You sacramentally, come at least spiritually into my heart. I embrace You as if You were already there, and I unite myself wholly to You. Never permit me to be separated from You. Amen.
SOLEMNIDAD
ASUNCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA ~ 2020
EVANGELIO
Lucas 1, 39-56
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen. Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada. Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia para siempre’’.
María permaneció con Isabel unos tres meses, y luego regresó a su casa.
HOMILÍA
Y dijo María: “Mi espíritu se llena de júbilo en DIΘS, mi salvador.”
María, de hecho, tiene toda la razón para regocijarse en DIΘS, su Salvador, porque él verdaderamente la ha mirado con favor. La Asunción de María es la fiesta mariana más antigua de nuestra Iglesia, y el Concilio de Calcedonia se refirió a ella en 451. La Asunción revela que DIΘS, que planeó el primer momento de la vida de María con tan meticuloso cuidado, también planeó su último momento justo tan meticulosamente. En el primer momento de su vida, por un privilegio divino especial, María fue preservada de toda mancha de pecado. Y, en el último momento de su vida por otro privilegio divino, fue preservada de la corrupción corporal al ser asumida en cuerpo y alma en el cielo. En la Inmaculada Concepción de María, el énfasis está en el alma; en su Asunción, el énfasis está en el cuerpo. Ambos son importantes porque nos enseñan que el alma y el cuerpo fueron creados el uno para el otro. En la muerte, solo hay una separación temporal, porque en la resurrección, el alma y el cuerpo se reunirán para siempre. De esta verdad podemos decir con confianza que DIΘS está muy interesado en salvar no solo nuestras almas, sino también nuestros cuerpos, y la Asunción de María es un poderoso testimonio de esta verdad. Por la fe creemos que el cuerpo que participó en la batalla de la vida terrenal también participará en la victoria de la vida celestial.
Nuestro motivo de regocijo hoy al celebrar la Asunción de María es que toda la persona, en cuerpo y alma, participa en la batalla de la vida, y toda la persona, en cuerpo y alma, participará un día en la victoria de la vida. Hoy, y todos los días, reza y pide a María, tu Madre, que te obtenga la gracia que necesitas para respetar y disciplinar tu cuerpo y alma para que puedas unirte a ella y a todas las huestes del cielo en las Bodas del Cordero. porque esto es exactamente lo que DIΘS quiere para ti.
DIΘS te salve María, llena eres de gracia…
EL ACTO DE COMUNIÓN ESPIRITUAL
Oh Jesús mío,
Creo que estás presente en el Santísimo Sacramento. Te amo por encima de todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Como no puedo recibirte en este momento sacramentalmente, entra al menos espiritualmente en mi corazón. Te abrazo como si ya estuvieras allí, y me uno completamente a ti. Nunca permitas que me separe de ti. Amén.