ORDINARY TIME ~ CYCLE B-1 WEDNESDAY of the FIFTEENTH WEEK
GOSPEL Matthew 11:25-27 At that time Jesus exclaimed: "I give praise to you, Father, Lord of heaven and earth, for although you have hidden these things from the wise and the learned you have revealed them to the childlike. Yes, Father, such has been your gracious will. All things have been handed over to me by my Father. No one knows the Son except the Father, and no one knows the Father except the Son and anyone to whom the Son wishes to reveal him.”
HOMILY
The Father has chosen to hide the mysteries of the kingdom from the wise and the learned. But for the childlike he has revealed everything, for such is his gracious will.
Yesterday we heard a frustrated Jesus level some powerful threats and warnings against Chorazin and Capernaum. And the reason? Because of their lack of faith in him! But he doesn’t let their stubberness of heart upset him or distract him from his mission, because his close relationship with his Father is the bedrock of his life. In the list of things that we value most, close relationships would probably be right at the top. That’s because these relationships are life-giving, and without them we could hardly get through the day. In a privileged moment from today’s gospel, Jesus reveals that “no one knows the Son except the Father, and no one knows the Father except the Son and anyone to whom the Son wishes to reveal him.” As you can clearly see, there is a profound and unique intimacy to this relationship between the Father and the Son, but, thankfully, it’s not a closed circle. The good news today is that each of us have been invited into this relationship of love. In a wonderful, yet mysterious way, Jesus not only reveals, but also shares his Father with us. And just as the GΘD of Abraham, Isaac, and Jacob brought Moses into a partnership through the encounter at the burning bush, the Father and the Son draw us into their burning love, so that we can reflect that love to others. But for this to happen, we cannot be like the hard-hearted people of Chorazin and Capernaum. Instead, our hearts must be humble, pliable and childlike, for only then can we see GΘD.
The Father has chosen to hide the mysteries of the kingdom from the wise and the learned. But for the childlike he has revealed everything, for such is his gracious will.
TIEMPO ORDINARIO ~ CICLO B-1 MIÉRCOLES de la DÉCIMA QUINTA SAMANA
EVANGELIO Mateo 11, 25-27 En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien. El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
HOMILÍA
El Padre ha elegido ocultar los misterios del reino a los sabios y los eruditos. Pero a los niños les ha revelado todo, porque tal es su misericordiosa voluntad.
Ayer escuchamos a un Jesús frustrado decir algunas poderosas amenazas y advertencias contra Corozaín y Cafarnaúm. Y la razón ¡Por su falta de fe en él! Pero él no deja que su terquedad de corazón lo moleste o lo distraiga de su misión, porque su estrecha relación con su Padre es la piedra angular de su vida. En la lista de cosas que más valoramos, las relaciones cercanas probablemente estarían en la parte superior. Eso es porque estas relaciones dan vida, y sin ellas difícilmente podríamos pasar el día. En un momento privilegiado del evangelio de hoy, Jesús revela que “nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre excepto el Hijo y cualquiera a quien el Hijo quiera revelarlo”. Como puede ver claramente, hay una intimidad profunda y única en esta relación entre el Padre y el Hijo, pero, afortunadamente, no es un círculo cerrado. La buena noticia hoy es que cada uno de nosotros ha sido invitado a esta relación de amor. De una manera maravillosa, pero misteriosa, Jesús no solo revela, sino que también comparte a su Padre con nosotros. Y así como el DIΘS de Abraham, Isaac y Jacob trajo a Moisés a una sociedad a través del encuentro en la zarza ardiente, el Padre y el Hijo nos atraen a su amor ardiente, para que podamos reflejar ese amor en los demás. Pero para que esto suceda, no podemos ser como la gente de corazón duro de Corazín y Cafarnaúm. En cambio, nuestros corazones deben ser humildes, dóciles e infantiles, porque solo entonces podremos ver a DIΘS.
El Padre ha elegido ocultar los misterios del reino a los sabios y los eruditos. Pero a los niños les ha revelado todo, porque tal es su misericordiosa voluntad.