ORDINARY TIME ~ CYCLE B-1 SATURDAY of the TWENTY-THIRD WEEK
GOSPEL Luke 6:43-49 Jesus said to his disciples: “A good tree does not bear rotten fruit, nor does a rotten tree bear good fruit. For every tree is known by its own fruit. For people do not pick figs from thornbushes, nor do they gather grapes from brambles. A good person out of the store of goodness in his heart produces good, but an evil person out of a store of evil produces evil; for from the fullness of the heart the mouth speaks.
“Why do you call me, ‘Lord, Lord,’ but not do what I command? I will show you what someone is like who comes to me, listens to my words, and acts on them. That one is like a man building a house, who dug deeply and laid the foundation on rock; when the flood came, the river burst against that house but could not shake it because it had been well built. But the one who listens and does not act is like a person who built a house on the ground without a foundation. When the river burst against it, it collapsed at once and was completely destroyed.”
HOMILY
Just as a branch cannot bear fruit on its own unless it remains on the vine, so neither can you unless you remain in Jesus.
Today’s gospel is filled with common sense analogies and practical advice for living an authentic Christ-centered life. Jesus tells us that a good tree does not bear rotten fruit, nor does a rotten tree bear good fruit. In the same way, a good person will produce good things, but an evil person will produce evil things. In John’s gospel Jesus tells us, “I am the vine, you are the branches. Whoever remains in me and I in him will bear much fruit because without me you can do nothing” (John 15:5). The key to bearing good fruit is found in remaining united to the source, who is Christ, the Lord. All goodness is a reflection of, and a participation in, the Lord’s own goodness. The task of keeping our interior storehouse clean and ordered is a lifelong endeavor and requires constant effort based not on a desire for perfection, but on a desire for authentic love. It is this love that keeps Jesus at the center of our hearts and redirects us when our fallen human nature tempts us to turn us away from him. It’s at those difficult times that Jesus assures us of his help. He tells us, “[The Father] takes away every branch in me that does not bear fruit, and every one that does he prunes so that it bears more fruit” (John 15:2). The Lord’s word is powerful and will always accomplish the divine will. When he said, “Let there be light,” there was light. When he said, “Be healed,” the person was healed. When he said, “This is my Body, this is my Blood”, the first Eucharist was consecrated. That being said, he still needs our cooperation and our commitment to remain in him, because he will never violate our free will.
Just as a branch cannot bear fruit on its own unless it remains on the vine, so neither can you unless you remain in Jesus.
TIEMPO ORDINARIO ~ CICLO B-1 SÁBADO de la VIGÉSIMA TERCER SAMANA
EVANGELIO Lucas 6, 43-49 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos. El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón; y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón.
“¿Por qué me dicen ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que yo les digo? Les voy a decir a quién se parece el que viene a mí y escucha mis palabras y las pone en práctica. Se parece a un hombre, que al construir su casa, hizo una excavación profunda, para echar los cimientos sobre la roca. Vino la creciente y chocó el río contra aquella casa, pero no la pudo derribar, porque estaba sólidamente construida. Pero el que no pone en práctica lo que escucha, se parece a un hombre que construyó su casa a flor de tierra, sin cimientos. Chocó el río contra ella e inmediatamente la derribó y quedó completamente destruida”.
HOMILÍA
Así como un pámpano no puede dar fruto por sí solo si no permanece en la vid, tú tampoco puedes si no permaneces en Jesús.
El evangelio de hoy está lleno de analogías de sentido común y consejos prácticos para vivir una vida auténtica centrada en Cristo. Jesús nos dice que un buen árbol no da frutos podridos, ni un árbol podrido da buenos frutos. De la misma manera, una persona buena producirá cosas buenas, pero una persona mala producirá cosas malas. En el evangelio de Juan, Jesús nos dice: “Yo soy la vid, ustedes son las ramas. El que permanece en mí y yo en él, dará mucho fruto porque sin mí nada podéis hacer” (Juan 15, 5). La clave para dar buenos frutos se encuentra en permane-cer unidos a la fuente, que es Cristo, el Señor. Toda bondad es un reflejo y una participación en la propia bondad del Señor. La tarea de mantener limpio y ordenado nuestro almacén interior es un esfuerzo de toda la vida y requiere un esfuerzo cons-tante basado no en un deseo de perfección, sino en un deseo de amor auténtico. Es este amor el que mantiene a Jesús en el centro de nuestro corazón y nos redirige cuando nuestra naturaleza humana caída nos tienta a apartarnos de él. Es en esos momentos difíciles cuando Jesús nos asegura su ayuda. Él nos dice: “[El Padre] quita en mí todo sarmiento que no da fruto, y todo lo que lo hace, lo poda para que dé más fruto” (Juan 15, 2). La palabra del Señor es poderosa y siempre cumplirá la voluntad divina. Cuando dijo: “Hágase la luz”, hubo luz. Cuando dijo: “Sé sana”, la persona fue sanada. Cuando dijo: “Este es mi Cuerpo, esta es mi Sangre”, se con-sagró la primera Eucaristía. Dicho esto, todavía necesita nuestra cooperación y nues-tro compromiso de permanecer en él, porque nunca violará nuestro libre albedrío.
Así como un pámpano no puede dar fruto por sí solo si no permanece en la vid, tú tampoco puedes si no permaneces en Jesús.