Jesus said to his disciples: “Stop judging, that you may not be judged. For as you judge, so will you be judged, and the measure with which you measure will be measured out to you. Why do you notice the splinter in your brother’s eye, but do not perceive the wooden beam in your own eye? How can you say to your brother, ‘Let me remove that splinter from your eye,’ while the wooden beam is in your eye? You hypocrite, remove the wooden beam from your eye first; then you will see clearly to remove the splinter from your brother’s eye.”
HOMILY
When we put ourselves on the judgment seat, we distance ourselves from GΘD and his divine mercy.
It’s quite easy to misinterpret the Lord’s injunction in today’s gospel to “Stop judging, that you may not be judged.” A superficial understanding of this passage can make us think that we’re supposed to be blind to the faults and failings of others. But when we act as if we simply don’t see the shortcomings or sins of other people, we embrace a false narrative concerning our brothers and sisters. Bottom line: people sin; people make mistakes; people do some pretty stupid and bothersome things. To pretend that we don’t notice these things is to shut ourselves off from reality—and that is never a good idea. Jesus is not telling us, “Stop noticing things; don’t look at reality.” Not at all! Instead, Jesus is telling us to stop judging our neighbors for the things they do. We can certainly condemn sin and point out the destructive nature of certain behaviors. But we can never pretend to understand fully why someone sins. That understanding is possessed by GΘD alone. We can never know the full story of a human heart—but GΘD can! We don’t know the wounds, the scars, the blind spots, or the countless other factors that go together to lead someone to make a particular choice. Only GΘD can fathom the almost infinite depths and complexities of a human heart. And yet, ever since Original Sin, we have a strong tendency to want to act as if we are GΘD. We love pretending that we know the whole story behind someone’s sin. We love putting people in boxes, labeling them, and then elevating ourselves above them (at least in our own minds). These are diabolical tendencies of our fallen nature. When we give in to them, we reject the call to build the Kingdom of GΘD, especially a major part of it, namely, reconciliation. When we judge others, we effectively separate ourselves from Jesus and his Kingdom, and we end up condemning ourselves.
When we put ourselves on the judgment seat, we distance ourselves from GΘD and his divine mercy.
TIEMPO ORDINARIO ~ CICLO B-1
LUNES de la DUODÉCIMA SAMANA
EVANGELIO
Mateo 7, 1-5
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No juzguen y no serán juzgados; porque así como juzguen los juzgarán y con la medida que midan los medirán. ¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no te das cuenta de la viga que tienes en el tuyo? ¿Con qué cara le dices a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, cuando tú llevas una viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga que tienes en el ojo, y luego podrás ver bien para sacarle a tu hermano la paja que lleva en el suyo”.
HOMILÍA
Cuando nos colocamos en el tribunal, nos distanciamos de DIΘS y de su divina misericordia.
Es bastante fácil malinterpretar el mandato del Señor en el evangelio de hoy de “No juzguen y no serán juzgados”. Una comprensión superficial de este pasaje puede hacernos pensar que se supone que debemos estar ciegos a las fallas y fallas de los demás. Pero cuando actuamos como si simplemente no viéramos las deficiencias o los pecados de otras personas, adoptamos una narrativa falsa sobre nuestros hermanos y hermanas. En pocas palabras: la gente peca; la gente comete errores; la gente hace cosas bastante estúpidas y molestas. Fingir que no nos damos cuenta de estas cosas es aislarnos de la realidad, y eso nunca es una buena idea. Jesús no nos está diciendo: “Deja de darte cuenta de las cosas; no mires la realidad”. ¡Para nada! En cambio, Jesús nos está diciendo que dejemos de juzgar a nuestros vecinos por las cosas que hacen. Ciertamente podemos condenar el pecado y señalar la naturaleza destructiva de ciertos comportamientos. Pero nunca podemos fingir que entendemos completamente por qué alguien peca. Ese entendimiento lo posee solo DIΘS. Nunca podremos conocer la historia completa de un corazón humano, ¡pero DIΘS sí puede! No conocemos las heridas, las cicatrices, los puntos ciegos o los innumerables otros factores que van juntos para llevar a alguien a tomar una decisión en particular. Solo DIΘS puede sondear las profundidades y complejidades casi infinitas de un corazón humano. Y sin embargo, desde el Pecado Original, tenemos una fuerte tendencia a querer actuar como si fuéramos DIΘS. Nos encanta fingir que conocemos toda la historia detrás del pecado de alguien. Nos encanta poner a las personas en cajas, etiquetarlas y luego elevarnos por encima de ellas (al menos en nuestra propia mente). Estas son tendencias diabólicas de nuestra naturaleza caída. Cuando cedemos a ellos, rechazamos el llamado a construir el Reino de DIΘS, especialmente una parte importante de él, a saber, la reconciliación. Cuando juzgamos a los demás, efectivamente nos separamos de Jesús y su Reino, y terminamos condenándonos a nosotros mismos.
Cuando nos colocamos en el tribunal, nos distanciamos de DIΘS y de su divina misericordia.