Jesus said to his disciples: ”If you know me, then you will also know my Father. From now on you do know him and have seen him.” Philip said to Jesus, ”Master, show us the Father, and that will be enough for us.” Jesus said to him, “Have I been with you for so long a time and you still do not know me, Philip? Whoever has seen me has seen the Father. How can you say, ‘Show us the Father’? Do you not believe that I am in the Father and the Father is in me? The words that I speak to you I do not speak on my own. The Father who dwells in me is doing his works. Believe me that I am in the Father and the Father is in me, or else, believe because of the works themselves. Amen, amen, I say to you, whoever believes in me will do the works that I do, and will do greater ones than these, because I am going to the Father. And whatever you ask in my name, I will do, so that the Father may be glorified in the Son. If you ask anything of me in my name, I will do it.”
HOMILY
Jesus reminds us today, “Whatever you ask in my name, I will do, so that the Father may be glorified in the Son.”
Even though he accompanied Jesus throughout his public ministry, Philip still missed an important truth about his master—that the Father and Jesus are one. And just Like Philip, many of us who consider ourselves to be seasoned followers of Christ often misunderstand Jesus when he reveals something new about himself to us. The Lord uses Philip to teach us that when we ask Jesus sincerely for clarification or greater insight, he will always answer us. Case in point, we have this beautiful description of the relationship of Jesus with his heavenly Father because Philip asked to see and to understand. Later in this gospel passage, Jesus tells us that if we ask anything of him in his name, he will do it. What a truly amazing promise this is! How often do we trust the Lord with our heart’s greatest desires? We think, “I want to be a saint” or “I want the conversion of my fallen-away children.” These things are certainly at the top of our list, but are they truly our greatest desires? When we ask the Lord to reveal to us what our greatest desires are—or should be—the answer he gives us may surprise us. Jesus knows what we need, so let’s have the courage to offer ourselves to him completely so that his will may be accomplished in us and through us. And then, along with our sister, Saint Thérèse of Lisieux, we can boldly proclaim as she herself proclaimed: “I am certain that you will grant my desires; I know it, O my GΘD!”
Jesus reminds us today, “Whatever you ask in my name, I will do, so that the Father may be glorified in the Son.”
PASCUA ~ B
SÁBADO de la CUARTA SEMANA
EVANGELIO
Juan 14, 7-14
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Si ustedes me conocen a mí, conocen también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto”. Le dijo Felipe: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”. Jesús le replicó: “Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces? Quien me ve a mí, ve al Padre. ¿Entonces por qué dices: ‘Muéstranos al Padre’? ¿O no crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les digo, no las digo por mi propia cuenta. Es el Padre, que permanece en mí, quien hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Si no me dan fe a mí, créanlo por las obras. Yo les aseguro: el que crea en mí, hará las obras que hago yo y las hará aun mayores, porque yo me voy al Padre; y cualquier cosa que pidan en mi nombre, yo la haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Yo haré cualquier cosa que me pidan en mi nombre”.
HOMILÍA
Jesús nos recuerda hoy: “Cualquier cosa que pidan en mi nombre, yo la haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo.”
Aunque acompañó a Jesús a lo largo de su ministerio público, Felipe todavía se perdió una verdad importante acerca de su maestro: que el Padre y Jesús son uno. Y al igual que Felipe, muchos de nosotros que nos consideramos seguidores experimentados de Cristo a menudo malinterpretamos a Jesús cuando nos revela algo nuevo sobre él. El Señor usa a Felipe para enseñarnos que cuando le pedimos a Jesús sinceramente una aclaración o una mayor comprensión, él siempre nos responderá. Por ejemplo, tenemos esta hermosa descripción de la relación de Jesús con su Padre celestial porque Felipe pidió ver y comprender. Más adelante en este pasaje del evangelio, Jesús nos dice que si le pedimos algo en su nombre, lo hará. ¡Qué promesa verdaderamente asombrosa es esta! ¿Con qué frecuencia confiamos en el Señor con los mayores deseos de nuestro corazón? Pensamos, “quiero ser un santo” o “quiero la conversión de mis hijos descarriados”. Estas cosas están ciertamente en la parte superior de nuestra lista, pero ¿son realmente nuestros mayores deseos? Cuando le pedimos al Señor que nos revele cuáles son, o deberían ser, nuestros mayores deseos, la respuesta que nos dé puede sorprendernos. Jesús sabe lo que necesitamos, así que tengamos el valor de ofrecernos a él por completo para que su voluntad se cumpla en nosotros y a través de nosotros. Y luego, junto con nuestra hermana, santa Teresa de Lisieux, podemos proclamar con valentía como ella misma proclamó: “Estoy seguro de que cumplirás mis deseos; ¡Lo sé, DIΘS mío!”
Jesús nos recuerda hoy: “Cualquier cosa que pidan en mi nombre, yo la haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo.”