At that time Jesus exclaimed: “I give praise to you, Father, Lord of heaven and earth, for although you have hidden these things from the wise and the learned you have revealed them to the childlike. Yes, Father, such has been your gracious will. All things have been handed over to me by my Father. No one knows the Son except the Father, and no one knows the Father except the Son and anyone to whom the Son wishes to reveal him.”
HOMILY
The Father has hidden the mysteries of the Kingdom from the wise and the learned and has revealed them to the childlike.
Today the Church offers us a privileged glimpse into the prayer life of our Lord and Savior. We’re familiar, of course, with his prayer of petition in the Garden of Gethsemane when Jesus begged his Father: “Please take this cup from me.” But the prayer in today’s Gospel is a prayer of praise: “I give praise to you, Father, Lord of heaven and earth…” Jesus praises his Father for the mysterious ways he works—ways that seem absolutely strange to us. Jesus blesses his Father for hiding the mysteries of the Kingdom from those who are educated and from those who are clever and, instead, revealing these mysteries to the childlike. One way we can maintain a childlike frame of mind is by practicing the virtue of spiritual poverty. What is spiritual poverty? It’s simply the conviction that we are utterly dependent on GΘD. It doesn’t matter how smart we are, or how rich. It doesn’t matter how much property we own, or how talented we are. Spiritual poverty reminds us that before all else, we must depend on GΘD alone for our happiness and fulfillment. While we can be grateful for our talents, abilities, wealth and achievements, it is through spiritual poverty that we can accomplish two things: First, spiritual poverty helps us to offer all that we have to the service of GΘD and his kingdom. Second, spiritual poverty helps us to let go of our possessions, including our intellect, when these get in the way of our relationship with GΘD. Spiritual poverty is simply the emptying of self so that GΘD can then fill us with his life and his love. And the best way to live this radical lifestyle is to become childlike in our dependence on GΘD. The wise and the learned can’t do this very easily. Why? Because their egos are too big. That’s why children and the childlike are entering the kingdom before them. Ask GΘD today to help you become more and more childlike through the practice of spiritual poverty. When you do this every day, you will see the Kingdom of GΘD grow powerfully within you…
…because the Father has hidden the mysteries of the Kingdom from the wise and the learned and has revealed them to the childlike.
ACT OF SPIRITUAL COMMUNION
O my Jesus,
I believe that You are present in the Most Holy Sacrament. I love You above all things, and I desire to receive You into my soul. Since I cannot at this moment receive You sacramentally, come at least spiritually into my heart. I embrace You as if You were already there, and I unite myself wholly to You. Never permit me to be separated from You. Amen.
TIEMPO ORDINARIO
MIÉRCOLES DE LA DÉCIMO QUINTO SEMANA ~ 2020
EVANGELIO
Mateo 11:25-27
En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien. El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar’’.
HOMILÍA
El Padre ha escondido los misterios del Reino de los sabios y los sabios y los ha revelado a los niños.
Hoy la Iglesia nos ofrece una visión privilegiada de la vida de oración de nuestro Señor y Salvador. Estamos familiarizados, por supuesto, con su oración de petición en el Jardín de Getsemaní cuando Jesús le rogó a su Padre: "Por favor, quítame esta copa". Pero la oración en el Evangelio de hoy es una oración de alabanza: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra ..." Jesús alaba a su Padre por las formas misteriosas en que trabaja, formas que nos parecen absolutamente extrañas. Jesús bendice a su Padre por esconder los misterios del Reino de aquellos que son educados y de aquellos que son inteligentes y, en cambio, revela estos misterios a los niños. Una forma de mantener un estado de ánimo infantil es practicando la virtud de la pobreza espiritual. ¿Qué es la pobreza espiritual? Es simplemente la convicción de que somos totalmente dependientes de DIΘS. No importa cuán inteligentes seamos o cuán ricos. No importa la cantidad de propiedad que poseamos o el talento que tengamos. La pobreza espiritual nos recuerda que, antes que nada, debemos depender solo de DIΘS para nuestra felicidad y satisfacción. Si bien podemos estar agradecidos por nuestros talentos, habilidades, riqueza y logros, es a través de la pobreza espiritual que podemos lograr dos cosas: Primero, la pobreza espiritual nos ayuda a ofrecer todo lo que tenemos al servicio de DIΘS y su reino. En segundo lugar, la pobreza espiritual nos ayuda a abandonar nuestras posesiones, incluido nuestro intelecto, cuando se interponen en nuestra relación con DIΘS. La pobreza espiritual es simplemente el vaciamiento de uno mismo para que DIΘS pueda llenarnos con su vida y su amor. Y la mejor manera de vivir este estilo de vida radical es convertirse en un niño en nuestra dependencia de DIΘS. Los sabios y los sabios no pueden hacer esto muy fácilmente. ¿Por qué? Porque sus egos son demasiado grandes. Es por eso que los niños y los niños están entrando en el reino antes que ellos. Pídale a DIΘS hoy que lo ayude a ser más y más infantil a través de la práctica de la pobreza espiritual. Cuando hagas esto todos los días, verás que el Reino de DIΘS crece con fuerza dentro de ti ...
... porque el Padre ha escondido los misterios del Reino de los sabios y los sabios y los ha revelado a los niños.
EL ACTO DE COMUNIÓN ESPIRITUAL
Oh Jesús mío,
Creo que estás presente en el Santísimo Sacramento. Te amo por encima de todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Como no puedo recibirte en este momento sacramentalmente, entra al menos espiritualmente en mi corazón. Te abrazo como si ya estuvieras allí, y me uno completamente a ti. Nunca permitas que me separe de ti. Amén.