Jesus dismissed the crowds and went into the house. His disciples approached him and said, “Explain to us the parable of the weeds in the field.” He said in reply, “He who sows good seed is the Son of Man, the field is the world, the good seed the children of the Kingdom. The weeds are the children of the evil one, and the enemy who sows them is the devil. The harvest is the end of the age, and the harvesters are angels. Just as weeds are collected and burned up with fire, so will it be at the end of the age. The Son of Man will send his angels, and they will collect out of his Kingdom all who cause others to sin and all evildoers. They will throw them into the fiery furnace, where there will be wailing and grinding of teeth. Then the righteous will shine like the sun in the Kingdom of their Father. Whoever has ears ought to hear.”
HOMILY
Avoid the temptation to judge others as good or bad, to label them as wheat or weeds, because you will invariably get it wrong.
When Jesus interpreted this parable for his disciples, he spoke of the final separation of good and evil at the end of time. The parable reveals that before the final separation at the end of time, good and evil will co-exist in the world, in our communities, in our families, and in the church. The weeds and the wheat grow together, but there will be a final separation that will be accomplished by GΘD, and by GΘD alone. It’s not our place to make that separation in the here and now. Why? Because we will invariably get it wrong; we’ll get it wrong both in regards to ourselves and in regards to others! The main problem with us doing the separation between good and evil is that we will certainly pull up the wheat along with the weeds. Pope Francis reminds us that we should always be slow to judge and quick to show mercy. It’s just too easy for us to label ourselves as wheat and label those who don’t believe like us as weeds.
In his first letter to the Corinthians, Paul says to those who were judging him:
“It does not concern me in the least that I be judged by you or any human tribunal; I do not even pass judgment on myself; I am not conscious of anything against me, but I do not thereby stand acquitted; the one who judges me is the Lord. Therefore, do not make any judgment before the appointed time, until the Lord comes, for he will bring to light what is hidden in darkness and will manifest the motives of our hearts… (1 Corinthians 4:3-5).
Avoid the temptation to judge others as good or bad, to label them as wheat or weeds, because you will invariably get it wrong—you’ll get it wrong both in regards to yourself and in regards to others! Instead, let GΘD be GΘD; let him be the Judge, because when he judges, he does so with mercy, compassion, and love. I can’t stress this enough…
…avoid the temptation to judge others as good or bad, to label them as wheat or weeds, because you will invariably get it wrong.
ACT OF SPIRITUAL COMMUNION
O my Jesus,
I believe that You are present in the Most Holy Sacrament. I love You above all things, and I desire to receive You into my soul. Since I cannot at this moment receive You sacramentally, come at least spiritually into my heart. I embrace You as if You were already there, and I unite myself wholly to You. Never permit me to be separated from You. Amen.
TIEMPO ORDINARIO
MARTES DE LA DÉCIMO SÉPTIMO SEMANA ~ 2020
EVANGELIO
Mateo 13, 36-43
En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo”. Jesús les contestó: “El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del demonio; el enemigo que la siembra es el demonio; el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá al fin del mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga’’.
HOMILÍA
Evite la tentación de juzgar a los demás como buenos o malos, de etiquetarlos como trigo o malezas, porque invariablemente se equivocará.
Cuando Jesús interpretó esta parábola para sus discípulos, habló de la separación final del bien y el mal al final de los tiempos. La parábola revela que antes de la separación final al final de los tiempos, el bien y el mal coexistirán en el mundo, en nuestras comunidades, en nuestras familias y en la iglesia. Las malas hierbas y el trigo crecen juntos, pero habrá una separación final que será realizada por DIΘS, y solo por DIΘS. No es nuestro lugar hacer esa separación en el aquí y ahora. ¿Por qué? Porque invariablemente nos equivocaremos; ¡nos equivocaremos tanto en lo que respecta a nosotros mismos como a los demás! El principal problema con nosotros al hacer la separación entre el bien y el mal es que sin duda arrancaremos el trigo junto con las malas hierbas. El Papa Francisco nos recuerda que siempre debemos ser lentos para juzgar y rápidos para mostrar misericordia. Es demasiado fácil para nosotros etiquetarnos como trigo y etiquetar a aquellos que no creen en nosotros como malas hierbas.
En su primera carta a los corintios, Pablo les dice a los que lo estaban juzgando:
“No me preocupa en lo más mínimo que me juzguen usted o cualquier tribunal humano; Ni siquiera me juzgo a mí mismo; No soy consciente de nada en mi contra, pero no estoy absuelto; El que me juzga es el Señor. Por lo tanto, no juzguen antes del tiempo señalado, hasta que venga el Señor, porque él sacará a la luz lo que está oculto en la oscuridad y manifestará los motivos de nuestros corazones ... (1 Corintios 4: 3-5).
Evite la tentación de juzgar a los demás como buenos o malos, de etiquetarlos como trigo o malezas, porque invariablemente se equivocará: ¡se equivocará tanto con respecto a usted como a los demás! En cambio, dejemos que DIΘS sea DIΘS; que sea el juez, porque cuando juzga, lo hace con misericordia, compasión y amor. No puedo enfatizar esto lo suficiente ...
... evite la tentación de juzgar a los demás como buenos o malos, de etiquetarlos como trigo o malezas, porque invariablemente se equivocará.
EL ACTO DE COMUNIÓN ESPIRITUAL
Oh Jesús mío,
Creo que estás presente en el Santísimo Sacramento. Te amo por encima de todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Como no puedo recibirte en este momento sacramentalmente, entra al menos espiritualmente en mi corazón. Te abrazo como si ya estuvieras allí, y me uno completamente a ti. Nunca permitas que me separe de ti. Amén.