Some of the scribes and Pharisees said to Jesus, “Teacher, we wish to see a sign from you.” He said to them in reply, “An evil and unfaithful generation seeks a sign, but no sign will be given it except the sign of Jonah the prophet. Just as Jonah was in the belly of the whale three days and three nights, so will the Son of Man be in the heart of the earth three days and three nights. At the judgment, the men of Nineveh will arise with this generation and condemn it, because they repented at the preaching of Jonah; and there is something greater than Jonah here. At the judgment the queen of the south will arise with this generation and condemn it, because she came from the ends of the earth to hear the wisdom of Solomon; and there is something greater than Solomon here.”
HOMILY
An evil and unfaithful generation seeks a sign.
When we need to prove who we are, it’s natural for us to produce a document like a driver’s license, or a passport, or a birth certificate. But the absolute best way to prove who we are is with our presence. In the same way, how does GΘD prove to us who he is? You guessed it: With his presence—in this case, with the presence of Christ, Emmanuel, the Word Made Flesh. No document is needed. No sign is needed. To ask for more would be a sure indication of an immature faith—or worse, the utter lack of faith. The relationship of the scribes and Pharisees with Jesus is blatantly unidirectional. They are demanding that he perform a sign for them if he wishes to be found worthy of their esteem, but they’ve already closed their hearts and minds to him, so what’s the point? It’s easy to see that pride makes impossible demands on others and will not be satisfied until these impossible demands are met! Pride is never satisfied, which is why it’s the chief cause of division, resentment, and bitterness in our relationships. Instead of making demands on Jesus, instead of asking him for a sign, we need to make demands on ourselves. We need to demand that we grow in humility, selflessness and authentic love. The Lord tells us in the Gospel today that on the Day of Judgment, the men of Nineveh will rise with this generation and condemn them. And the reason? Because at the preaching of Jonah the Ninevites repented. True self-giving love always begins with repentance. When we repent, we are able to see clearly and acknowledge the true presence of GΘD, who is worthy of all our love. We may feel remorse for having loved him so little or for having offended him, but love-filled remorse implies a bending of our will toward GΘD. This is a form a self-giving love that we can all achieve at any moment of our lives by simply acknowledging the true presence of GΘD among us. No other sign is needed, no other sign is required.
Remember, an evil and unfaithful generation seeks a sign.
ACT OF SPIRITUAL COMMUNION
O my Jesus,
I believe that You are present in the Most Holy Sacrament. I love You above all things, and I desire to receive You into my soul. Since I cannot at this moment receive You sacramentally, come at least spiritually into my heart. I embrace You as if You were already there, and I unite myself wholly to You. Never permit me to be separated from You. Amen.
TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA DÉCIMO SEXTO SEMANA ~ 2020
EVANGELIO
Mateo 12, 38-42
En aquel tiempo, le dijeron a Jesús algunos escribas y fariseos: “Maestro, queremos verte hacer una señal prodigiosa”. El les respondió: “Esta gente malvada e infiel está reclamando una señal, pero la única señal que se le dará, será la del profeta Jonás. Pues de la misma manera que Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así también el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra. Los habitantes de Nínive se levantarán el día del juicio contra esta gente y la condenarán, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay alguien más grande que Jonás. La reina del sur se levantará el día del juicio contra esta gente y la condenará, porque ella vino de los últimos rincones de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien más grande que Salomón’’.
HOMILÍA
Una generación malvada e infiel busca una señal.
Cuando necesitamos demostrar quiénes somos, es natural que produzcamos un documento como una licencia de conducir, un pasaporte o un certificado de nacimiento. Pero la mejor manera de demostrar quiénes somos es con nuestra presencia. Del mismo modo, ¿cómo nos demuestra DIΘS quién es él? Lo has adivinado: con su presencia, en este caso, con la presencia de Cristo, Emmanuel, la Palabra hecha carne. No se necesita documento. No se necesita señal. Pedir más sería una indicación segura de una fe inmadura, o peor aún, la absoluta falta de fe. La relación de los escribas y fariseos con Jesús es descaradamente unidireccional. Exigen que él les haga una señal si desea que lo consideren digno de su estima, pero ya le han cerrado el corazón y la mente, ¿qué sentido tiene? ¡Es fácil ver que el orgullo hace demandas imposibles a los demás y no se satisfará hasta que se cumplan estas demandas imposibles! El orgullo nunca está satisfecho, por eso es la causa principal de división, resentimiento y amargura en nuestras relaciones. En lugar de exigirle a Jesús, en lugar de pedirle una señal, tenemos que exigirnos a nosotros mismos. Necesitamos exigir que crezcamos en humildad, desinterés y amor auténtico. El Señor nos dice en el Evangelio de hoy que en el Día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán con esta generación y los condenarán. Y la razón? Porque ante la predicación de Jonás, los ninivitas se arrepintieron. El verdadero amor que se entrega siempre comienza con el arrepentimiento. Cuando nos arrepentimos, podemos ver claramente y reconocer la verdadera presencia de DIΘS, quien es digno de todo nuestro amor. Podemos sentir remordimiento por haberlo amado tan poco o por haberlo ofendido, pero el remordimiento lleno de amor implica una inclinación de nuestra voluntad hacia DIΘS. Esta es una forma de amor de entrega que todos podemos lograr en cualquier momento de nuestras vidas simplemente reconociendo la verdadera presencia de DIΘS entre nosotros. No se necesita ningún otro signo, no se requiere ningún otro signo.
Recuerde, una generación malvada e infiel busca una señal.
EL ACTO DE COMUNIÓN ESPIRITUAL
Oh Jesús mío,
Creo que estás presente en el Santísimo Sacramento. Te amo por encima de todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Como no puedo recibirte en este momento sacramentalmente, entra al menos espiritualmente en mi corazón. Te abrazo como si ya estuvieras allí, y me uno completamente a ti. Nunca permitas que me separe de ti. Amén.