While Jesus was speaking, an official came forward, knelt down before him, and said, “My daughter has just died. But come, lay your hand on her, and she will live.” Jesus rose and followed him, and so did his disciples. A woman suffering hemorrhages for twelve years came up behind him and touched the tassel on his cloak. She said to herself, “If only I can touch his cloak, I shall be cured.” Jesus turned around and saw her, and said, “Courage, daughter! Your faith has saved you.” And from that hour the woman was cured.
When Jesus arrived at the official’s house and saw the flute players and the crowd who were making a commotion, he said, “Go away! The girl is not dead but sleeping.” And they ridiculed him. When the crowd was put out, he came and took her by the hand, and the little girl arose. And news of this spread throughout all that land.
HOMILY
Jesus tells us today, “Courage, my child; your faith has saved you.”
Today we’re privileged to witness the joy that comes when we offer Jesus our faith. A Jewish official approaches Jesus with such humble and sincere faith that it’s easy to see why the Lord gets up and follows him to his house. Next, the woman with the hemorrhage of blood reached out in faith to touch the hem of his garment and was instantly cured. These two people tell us a lot about the power and joy that we experience when we humbly submit our faith to GΘD.
As a side note, I had the privilege of going to the Holy Land last year (2019), and one of the stops on our pilgrimage was the Magdala Center, located on the shore of the Sea of Galilee. Here you will find a beautiful little chapel called The Encounter Chapel. It’s here that you will find an amazing painting depicting the story of the woman with the issue of blood. I was so impressed when I saw it, that I purchased a copy for our parish. All we see in this painting are a crowd of feet, and a hand reaching out to touch the frayed tassels of a white-and-blue cloak, where a point of light emanates. In Luke’s Gospel this is the moment when power goes out of Jesus to heal the woman of her illness. From this humble woman we learn how to reach out in faith to Jesus, knowing that our contact with him, in whatever form, will lead to a closer bond with him.
Jesus always moves and works in us regardless of how we receive him. But for those who have faith, his works always bless us, as they blessed the little girl who was brought back to life, and the woman who was healed of her affliction. In a few moments from now, Jesus will again reach out and touch you with his Eucharistic Presence. Please show him your love by offering him what he wants most of all—your faith
Jesus tells us today, “Courage, my child; your faith has saved you.”
ACT OF SPIRITUAL COMMUNION
O my Jesus,
I believe that You are present in the Most Holy Sacrament. I love You above all things, and I desire to receive You into my soul. Since I cannot at this moment receive You sacramentally, come at least spiritually into my heart. I embrace You as if You were already there, and I unite myself wholly to You. Never permit me to be separated from You. Amen.
TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA DÉCIMO CUARTO SEMANA ~ 2020
EVANGELIO
Mateo 9, 18-26
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se le acercó un jefe de la sinagoga, se postró ante él y le dijo: “Señor, mi hija acaba de morir; pero ven tú a imponerle las manos y volverá a vivir”. Jesús se levantó y lo siguió, acompañado de sus discípulos. Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orilla del manto, pues pensaba: “Con sólo tocar su manto, me curaré”. Jesús, volviéndose, la miró y le dijo: “Hija, ten confianza; tu fe te ha curado”. Y en aquel mismo instante quedó curada la mujer.
Cuando llegó a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús a los flautistas, y el tumulto de la gente y les dijo: “Retírense de aquí. La niña no está muerta; está dormida”. Y todos se burlaron de él. En cuanto hicieron salir a la gente, entró Jesús, tomó a la niña de la mano y ésta se levantó. La noticia se difundió por toda aquella región.
HOMILÍA
Jesús nos dice hoy: “Ánimo, hijo; tu fe te ha salvado”.
Hoy tenemos el privilegio de presenciar la alegría que viene cuando le ofrecemos a Jesús nuestra fe. Un funcionario judío se acerca a Jesús con una fe tan humilde y sincera que es fácil ver por qué el Señor se levantó y lo siguió a su casa. Luego, la mujer con la hemorragia de sangre extendió la mano para tocar el borde de su prenda y se curó al instante. Estas dos personas nos dicen mucho sobre el poder y la alegría que experimentamos cuando presentamos humildemente nuestra fe a DIΘS.
Como nota al margen, tuve el privilegio de ir a Tierra Santa el año pasado (2019), y una de las paradas de nuestra peregrinación fue el Centro Mágdala, ubicado en la costa del Mar de Galilea. Aquí encontrarás una hermosa capilla llamada The Encounter Chapel. Es aquí donde encontrarás una pintura increíble que representa la historia de la mujer con el tema de la sangre. Estaba tan impresionado cuando lo vi, que compré una copia para nuestra parroquia. Todo lo que vemos en esta pintura es una multitud de pies, y una mano que se extiende para tocar las borlas deshilachadas de una capa blanca y azul, donde emana un punto de luz. En el Evangelio de Lucas, este es el momento en que Jesús pierde el poder para sanar a la mujer de su enfermedad. De esta humilde mujer aprendemos cómo acercarnos en fe a Jesús, sabiendo que nuestro contacto con él, en cualquier forma, nos llevará a un vínculo más cercano con él.
Jesús siempre se mueve y trabaja en nosotros, independientemente de cómo lo recibamos. Pero para aquellos que tienen fe, sus obras siempre nos bendicen, ya que bendijeron a la niña que fue devuelta a la vida, y a la mujer que fue sanada de su aflicción. En unos momentos a partir de ahora, Jesús nuevamente lo alcanzará y lo tocará con su Presencia Eucarística. Por favor, muéstrale tu amor ofreciéndole lo que más quiere: tu fe
Jesús nos dice hoy: “Ánimo, hijo; tu fe te ha salvado”.
EL ACTO DE COMUNIÓN ESPIRITUAL
Oh Jesús mío,
creo que estás presente en el Santísimo Sacramento. Te amo por encima de todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Como no puedo recibirte en este momento sacramentalmente, entra al menos espiritualmente en mi corazón. Te abrazo como si ya estuvieras allí, y me uno completamente a ti. Nunca permitas que me separe de ti. Amén.