Standing by the cross of Jesus were his mother and his mother’s sister, Mary the wife of Clopas, and Mary of Magdala. When Jesus saw his mother and the disciple there whom he loved, he said to his mother, “Woman, behold, your son.” Then he said to the disciple, “Behold, your mother.” And from that hour the disciple took her into his home. After this, aware that everything was now finished, in order that the Scripture might be fulfilled, Jesus said, “I thirst.” There was a vessel filled with common wine. So they put a sponge soaked in wine on a sprig of hyssop and put it up to his mouth. When Jesus had taken the wine, he said, “It is finished.” And bowing his head, he handed over the spirit.
Now since it was preparation day, in order that the bodies might not remain on the cross on the sabbath, for the sabbath day of that week was a solemn one, the Jews asked Pilate that their legs be broken and they be taken down. So the soldiers came and broke the legs of the first and then of the other one who was crucified with Jesus. But when they came to Jesus and saw that he was already dead, they did not break his legs, but one soldier thrust his lance into his side, and immediately Blood and water flowed out.
HOMILY
As he hung upon the Cross, Jesus chose Mary, his Mother, to be our Mother also.
The title Mother of the Church was bestowed upon Mary by Pope Paul VI in November 1964 at the close of the Second Vatican Council. The title was first used in the 4th Century by St. Ambrose, and, more recently, it was favored by John Paul II, who, in 1980, added the title Mother of the Church to the Litany of Loreto. On February 11, 2018, the Congregation for Divine Worship issued the decree implementing the decision of Pope Francis that the Memorial of the Blessed Virgin Mary, Mother of the Church be inscribed in the General Roman Calendar and be observed on the Monday following Pentecost. The veneration given to the Mother of GΘD by the Church highlights the mystery of Christ and his divine and human natures, as well as the Virgin Mary, who is both the Mother of Christ and the Mother of the Church. That the Church is proud to give Mary this title is made clear in the following excerpt from the Preface for today’s celebration:
Standing beside the Cross, she received the testament of divine love and took to herself as sons and daughters all those who by the Death of Christ are born to heavenly life. As the Apostle awaited the Spirit you had promised, she joined her supplication to the prayers of the disciples and so became the pattern of the Church at prayer. Raised to the glory of heaven, she accompanies your pilgrim Church with a mother’s love and watches in kindness over the Church’s homeward steps, until the Lord’s Day shall come in glorious splendor.
Because Mary’s maternal presence was there at the birth of the Church, we may rightly call her Mother of the Church. Today pray the Holy Rosary in honor of her title Mother of the Church.
As he hung upon the Cross, Jesus chose Mary, his Mother, to be our Mother also.
ACT OF SPIRITUAL COMMUNION
O my Jesus,
I believe that You are present in the Most Holy Sacrament.
I love You above all things, and I desire to receive You into my soul.
Since I cannot at this moment receive You sacramentally,
come at least spiritually into my heart.
I embrace You as if You were already there,
and I unite myself wholly to You.
Never permit me to be separated from You.
Amen.
ESPAÑOL
EVANGELIO
Juan 19, 25-34
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: “Mujer, ahí está tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Ahí está tu madre”. Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura, dijo: “Tengo sed”. Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo: “Todo está cumplido”, e inclinando la cabeza, entrego el espíritu.
Entonces, los judíos, como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz. Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con Jesús. Pero al llegar a él, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua.
HOMILÍA
Mientras colgaba de la Cruz, Jesús eligió a María, su Madre, para que también fuera nuestra Madre.
El título de Madre de la Iglesia fue otorgado a María por el Papa Pablo VI en noviembre de 1964 al cierre del Concilio Vaticano II. El título fue utilizado por primera vez en el siglo IV por San Ambrosio y, más recientemente, fue favorecido por Juan Pablo II, quien, en 1980, agregó el título Madre de la Iglesia a la Letanía de Loreto. El 11 de febrero de 2018, la Congregación para el Culto Divino emitió el decreto que implementa la decisión del Papa Francisco de que el Memorial de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, se inscriba en el Calendario General Romano y se observe el lunes siguiente a Pentecostés . La veneración dada a la Madre de DIΘS por la Iglesia destaca el misterio de Cristo y su naturaleza divina y humana, así como a la Virgen María, que es la Madre de Cristo y la Madre de la Iglesia. Que la Iglesia se enorgullece de darle a María este título queda claro en el siguiente extracto del Prefacio para la celebración de hoy:
De pie junto a la Cruz, recibió el testamento del amor divino y tomó como hijos e hijas a todos aquellos que por la muerte de Cristo nacieron en la vida celestial. Mientras el Apóstol esperaba el Espíritu que había prometido, se unió a su súplica a las oraciones de los discípulos y se convirtió así en el patrón de la Iglesia en la oración. Elevada a la gloria del cielo, ella acompaña a su Iglesia peregrina con el amor de una madre y vela con amabilidad por los pasos de regreso de la Iglesia, hasta que el Día del Señor venga en glorioso esplendor.
Debido a que la presencia materna de María estaba allí en el nacimiento de la Iglesia, con razón podemos llamarla Madre de la Iglesia. Hoy reza el Santo Rosario en honor a su título de Madre de la Iglesia.
Mientras colgaba de la Cruz, Jesús eligió a María, su Madre, para que también fuera nuestra Madre.
EL ACTO DE COMUNIÓN ESPIRITUAL
Oh Jesús mío,
creo que estás presente en el Santísimo Sacramento.
Te amo por encima de todas las cosas y deseo recibirte en mi alma.
Como no puedo recibirte en este momento sacramentalmente,
entra al menos espiritualmente en mi corazón.
Te abrazo como si ya estuvieras allí,
y me uno completamente a ti.
Nunca permitas que me separe de ti.
Amén.