ORDINARY TIME ~ CYCLE B-1 WEDNESDAY of the TWENTY-FIRST WEEK
GOSPEL Matthew 23:27-32 Jesus said, “Woe to you, scribes and Pharisees, you hypocrites. You are like whitewashed tombs, which appear beautiful on the outside, but inside are full of dead men’s bones and every kind of filth. Even so, on the outside you appear righteous, but inside you are filled with hypocrisy and evildoing.
“Woe to you, scribes and Pharisees, you hypocrites. You build the tombs of the prophets and adorn the memorials of the righteous, and you say, ‘If we had lived in the days of our ancestors, we would not have joined them in shedding the prophets’ blood.’ Thus you bear witness against yourselves that you are the children of those who murdered the prophets; now fill up what your ancestors measured out!”
HOMILY
Jesus is not scandalized by our sins or our imperfections, but he is deeply concerned about the scourge of hypocrisy.
In our digital and electronic twenty-first century culture, image and appearance have become extremely important for a lot of us. There is an emphasis on looking good and speaking well, and people will go to great lengths to cultivate the perfect digital image of themselves on social media platforms. Now, contrast that with Jesus and his emphasis on highlighting our hidden, interior life. In GΘD’s opinion, what matters most is how people truly are on the inside, because what is on the inside is what will eventually form the outside. That’s why, in this twenty-third chapter of Matthew’s Gospel, we hear Jesus using the word “hypocrite” seven times. Hypocrisy describes a state of being where the person is one thing on the inside, but a completely different person on the outside. In other words, the person is living a divided, even fractured life. This state of being can never be healthy or life-giving because GΘD never intended for us to live a fractured life. And besides, can you even imagine all the time and energy it takes to manifest an exterior image of yourself that is different from your interior life? It’s exhausting, to say the least. That being said, today Jesus once again invites us to become authentic human beings free of all duplicity. The Lord is not scandalized by our sins or our imperfection, but he is deeply concerned about the scourge of hypocrisy. Why? Because he knows how much a divided life can hurt and eventually destroy us if left unchallenged. And the last thing he wants is to see us hurting ourselves and others. He created us to be beautiful, not only on the outside but especially on the inside. The opposite of hypocrisy is authenticity, sincerity, honesty, and integrity. Jesus longs for us to be authentic and true to ourselves. He wants leaders in our families, in our communities, and in the Church to be disciples of integrity who are deeply rooted in a vibrant relationship with him. While this doesn’t mean that he demands that we be absolutely perfect and sinless, it does mean that he demands that we make time with him our top priority, so that we can receive the graces we need to live as he did.
Jesus is not scandalized by our sins or our imperfections, but he is deeply concerned about the scourge of hypocrisy.
TIEMPO ORDINARIO ~ CICLO B-1 MIÉRCOLES de la VIGÉSIMA PRIMERA SAMANA
EVANGELIO Mateo 23, 27-32 En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque son semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre! Así también ustedes: por fuera parecen justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque les construyen sepulcros a los profetas y adornan las tumbas de los justos, y dicen: ‘Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, nosotros no habríamos sido cómplices de ellos en el asesinato de los profetas’! Con esto ustedes están reconociendo que son hijos de los asesinos de los profetas. ¡Terminen, pues, de hacer lo que sus padres comenzaron!”
HOMILÍA
Jesús no está escandalizado por nuestros pecados o nuestras imperfecciones, pero está profundamente preocupado por el flagelo de la hipocresía.
En nuestra cultura digital y electrónica del siglo XXI, la imagen y la apariencia se han vuelto extremadamente importantes para muchos de nosotros. Se hace hincapié en verse bien y hablar bien, y las personas harán todo lo posible para cultivar la imagen digital perfecta de sí mismos en las plataformas de redes sociales. Ahora, compare eso con Jesús y su énfasis en resaltar nuestra vida interior oculta. En opinión de DIΘS, lo que más importa es cómo las personas son realmente por dentro, porque lo que está dentro es lo que eventualmente formará el exterior. Por eso, en este vegésimo tercer capítulo del Evangelio de Mateo, escuchamos a Jesús usar la palabra "hipócrita" siete veces. La hipocresía describe un estado del ser en el que la persona es una cosa por dentro, pero una persona completamente diferente por fuera. En otras palabras, la persona vive una vida dividida, incluso fracturada. Este estado del ser nunca puede ser saludable o vivificante porque DIΘS nunca tuvo la intención de que viviéramos una vida fracturada. Y además, ¿puedes siquiera imaginar todo el tiempo y la energía que se necesita para manifestar una imagen exterior de ti mismo que sea diferente a tu vida interior? Es agotador, por decir lo menos. Dicho esto, hoy Jesús nos invita una vez más a convertirnos en auténticos seres humanos libres de toda duplicidad. El Señor no está escandalizado por nuestros pecados o nuestra imperfección, pero está profundamente preocupado por el flagelo de la hipocresía. ¿Por qué? Porque él sabe lo mucho que una vida dividida puede dañarnos y eventualmente destruirnos si no se desafía. Y lo último que quiere es que nos hagamos daño a nosotros mismos y a los demás. Él nos creó para ser hermosos, no solo por fuera sino especialmente por dentro. Lo opuesto a la hipocresía es autenticidad, sinceridad, honestidad e integridad. Jesús anhela que seamos auténticos y fieles a nosotros mismos. Quiere que los líderes de nuestras familias, de nuestras comunidades y de la Iglesia sean discípulos íntegros y profundamente arraigados en una relación vibrante con él. Si bien esto no significa que exige que seamos absolutamente perfectos y sin pecado, sí significa que exige que hagamos del tiempo con él nuestra máxima prioridad, para que podamos recibir las gracias que necesitamos para vivir como él lo hizo.
Jesús no está escandalizado por nuestros pecados o nuestras imperfecciones, pero está profundamente preocupado por el flagelo de la hipocresía.