Jesus said to his disciples: “Whoever has my commandments and observes them is the one who loves me. Whoever loves me will be loved by my Father, and I will love him and reveal myself to him.” Judas, not the Iscariot, said to him, “Master, then what happened that you will reveal yourself to us and not to the world?” Jesus answered and said to him, “Whoever loves me will keep my word, and my Father will love him, and we will come to him and make our dwelling with him.
Whoever does not love me does not keep my words; yet the word you hear is not mine but that of the Father who sent me. “I have told you this while I am with you. The Advocate, the Holy Spirit whom the Father will send in my name, he will teach you everything and remind you of all that I told you.”
HOMILY
Whoever has my commandments and observes them is the one who loves me.
The verb “to love” is central to today’s Gospel. It speaks of our love for Jesus, his love for us, and the Father’s love for us. GΘD the Father shows his love by giving us his Son. Jesus shows his love for us by laying down his life for us, and by telling us everything that he has learned from the Father. We then show our love for Jesus by keeping his word and by living according to his teaching, which is beautifully and succinctly summed up as follows: Love one another as I have loved you. Jesus promises to send us the Advocate, the Holy Spirit. The role of the Holy Spirit is to keep bringing to our minds and our hearts the Person of Jesus Christ, the Son of GΘD. The Holy Spirit helps us to keep in the forefront of our minds the words of the Son, and then helps us to obey these words. How do we prove that we love Jesus? The answer is simple: By obeying his commandments.
ACT OF SPIRITUAL COMMUNION
O my Jesus,
I believe that You are present in the Most Holy Sacrament.
I love You above all things, and I desire to receive You into my soul.
Since I cannot at this moment receive You sacramentally,
come at least spiritually into my heart.
I embrace You as if You were already there,
and I unite myself wholly to You.
Never permit me to be separated from You.
Amen.
ESPAÑOL
EVANGELIO
Juan 14, 21-26
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él”. Entonces le dijo Judas (no el Iscariote): “Señor, ¿por qué razón a nosotros sí te nos vas a manifestar y al mundo no?” Le respondió Jesús: “El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió.
Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho’’.
HOMILÍA
Quien tiene mis mandamientos y los observa es el que me ama.
El verbo "amar" es fundamental para el Evangelio de hoy. Habla de nuestro amor por Jesús, su amor por nosotros y el amor del Padre por nosotros. Dios el Padre muestra su amor al darnos a su Hijo. Jesús muestra su amor por nosotros al dar su vida por nosotros y al contarnos todo lo que ha aprendido del Padre. Luego mostramos nuestro amor por Jesús cumpliendo su palabra y viviendo de acuerdo con su enseñanza, que se resume de manera hermosa y sucinta de la siguiente manera: Ámense los unos a los otros como yo los he amado. Jesús promete enviarnos al Abogado, el Espíritu Santo. El papel del Espíritu Santo es seguir trayendo a nuestras mentes y corazones a la Persona de Jesucristo, el Hijo de Dios. El Espíritu Santo nos ayuda a mantener al frente de nuestras mentes las palabras del Hijo, y luego nos ayuda a obedecer estas palabras. ¿Cómo demostramos que amamos a Jesús? La respuesta es simple: obedeciendo sus mandamientos.
EL ACTO DE COMUNIÓN ESPIRITUAL
Oh Jesús mío,
creo que estás presente en el Santísimo Sacramento.
Te amo por encima de todas las cosas y deseo recibirte en mi alma.
Como no puedo recibirte en este momento sacramentalmente,
entra al menos espiritualmente en mi corazón.
Te abrazo como si ya estuvieras allí,
y me uno completamente a ti.
Nunca permitas que me separe de ti.
Amén.