GOSPEL John 6:16-21 When it was evening, the disciples of Jesus went down to the sea, embarked in a boat, and went across the sea to Capernaum. It had already grown dark, and Jesus had not yet come to them. The sea was stirred up because a strong wind was blowing. When they had rowed about three or four miles, they saw Jesus walking on the sea and coming near the boat, and they began to be afraid. But he said to them, “It is I. Do not be afraid.” They wanted to take him into the boat, but the boat immediately arrived at the shore to which they were heading.
HOMILY
Jesus came to his disciples walking on the water, and they were very much afraid. He said to them, “It is I. Do not be afraid.”
Our Lord and Savior seems to be very interested in helping us deal with—and then eliminate—our fears. To prove this point, the Jesuit priest, Father Felix Just, tells us that the Holy Scriptures contain one hundred and forty references admonishing us not to fear, with almost thirty percent of these found in the New Testament. In today’s gospel we witness the great fear engulfing the hearts and minds of the disciples as they desperately try to hold everything together in their little boat during a sudden nighttime storm. To calm them and to help them focus on him, Jesus simply offers these brief words of reassurance, “It is I. Do not be afraid.” Jesus knows our hearts are easily agitated and prone toward anxiety. He knows that the storms of life appear in our lives without warning to disturb our inner peace. He knows that we struggle with strong emotions like anger, jealousy, and loneliness. It’s at these moments that he reveals himself to us in a powerful way and offers us the same words he offered his disciples, “It is I. Do not be afraid.” By faith we know that Jesus has never left us for even a moment, that he has been walking with us on our pilgrim journey since the first moment of our life. But he also knows that the storms of life have the potential of producing great fear in us, and that if we give in to this fear, it will take our focus off of him and on to our problems. That’s why it’s always a good idea to remind yourself throughout the day that Jesus will never abandon you, he will never forsake you, and he is always near you, and always ready to offer you his help and consolation.
Jesus came to his disciples walking on the water, and they were very much afraid. He said to them, “It is I. Do not be afraid.”
PASCUA ~ B SÁBADO de la SEGUNDA SEMANA
EVANGELIO Juan 6, 16-21 Al atardecer del día de la multiplicación de los panes, los discípulos de Jesús bajaron al lago, se embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaúm. Ya había caído la noche y Jesús todavía no los había alcanzado. Soplaba un viento fuerte y las aguas del lago se iban encrespando. Cuando habían avanzado unos cinco o seis kilómetros, vieron a Jesús caminando sobre las aguas, acercándose a la barca, y se asustaron. Pero él les dijo: “Soy yo, no tengan miedo”. Ellos quisieron recogerlo a bordo y rápidamente la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían.
HOMILÍA
Jesús se acercó a sus discípulos caminando sobre el agua y tuvieron mucho miedo. Él les dijo: “Soy yo”.
Nuestro Señor y Salvador parece estar muy interesado en ayudarnos a lidiar con nuestros miedos y luego a eliminarlos. Para probar este punto, el sacerdote jesuita, el padre Félix Just, nos dice que las Sagradas Escrituras contienen ciento cuarenta referencias que nos advierten que no temamos, y casi el treinta por ciento de ellas se encuentran en el Nuevo Testamento. En el evangelio de hoy somos testigos del gran temor que se apodera de los corazones y las mentes de los discípulos mientras tratan desesperadamente de mantener todo junto en su pequeño bote durante una tormenta nocturna repentina. Para calmarlos y ayudarlos a concentrarse en él, Jesús simplemente ofrece estas breves palabras de consuelo: “Soy yo. No tengan miedo”. Jesús sabe que nuestros corazones se agitan fácilmente y son propensos a la ansiedad. Sabe que las tormentas de la vida aparecen en nuestras vidas sin previo aviso para perturbar nuestra paz interior. Él sabe que luchamos con emociones fuertes como la ira, los celos y la soledad. Es en estos momentos que se nos revela de forma poderosa y nos ofrece las mismas palabras que les dijo a sus discípulos: “Soy yo. No tengan miedo”. Por la fe sabemos que Jesús no nos ha dejado ni un momento, que ha estado caminando con nosotros en nuestro camino de peregrinaje desde el primer momento de nuestra vida. Pero también sabe que las tormentas de la vida tienen el potencial de producir un gran miedo en nosotros, y que si cedemos a este miedo, nos desviará de él y nos centrará en nuestros problemas. Por eso siempre es buena idea recordarte a ti mismo a lo largo del día que Jesús nunca te abandonará, nunca te abandonará, y siempre está cerca de ti y siempre dispuesto a ofrecerte su ayuda y consuelo.
Jesús se acercó a sus discípulos caminando sobre el agua y tuvieron mucho miedo. Él les dijo: “Soy yo”.