GOSPEL John 14:1-6 Jesus said to his disciples: “Do not let your hearts be troubled. You have faith in GΘD; have faith also in me. In my Father’s house there are many dwelling places. If there were not, would I have told you that I am going to prepare a place for you? And if I go and prepare a place for you, I will come back again and take you to myself, so that where I am you also may be. Where I am going you know the way.” Thomas said to him, “Master, we do not know where you are going; how can we know the way?” Jesus said to him, “I am the way and the truth and the life. No one comes to the Father except through me.”
HOMILY
If we follow Jesus, who is the Way, the Truth and the Life, we will one day live with him in the Father’s house forever.
Today’s gospel is one that the Church uses quite often at funerals—and is easy to see why. The night before he suffered and died for us, Jesus was aware that his Apostles were troubled and agitated. And so in the last hours of his earthly life, he reassures them, from the depths of his heart, that everything will be all right. Even though he would be separated from them for a little while by dying a horrible death on the Cross, he promises them that afterward he will be reunited with them in a wonderful place prepared for them from the foundation of the world. In spite of his Passion and Death, nothing will separate him from his brothers and sisters. He will come back for them and, together, they will live in eternal joy, happiness, and peace. Although he is leaving them by dying, he is actually using death as a means to return to GΘD the Father. The good news today is that the promise he made to his disciples at the Last Supper is a promise given to us as well, because by virtue of our baptism, we share in the fullness of life with Christ. He will return for us as well, and take us to be with him in his Father’s house. This is our baptismal birthright and our destiny. The whole purpose of the Lord’s Incarnation was to bring GΘD to us and us to GΘD. The many rooms in the Father’s house indicate a place of universal hospitality. Heaven is not an elite place for a select few, but an open space for the untold numbers of those redeemed by the precious Blood of the Lamb.
If we follow Jesus, who is the Way, the Truth and the Life, we will one day live with him in the Father’s house forever.
PASCUA ~ B VIERNES de la CUARTA SEMANA
EVANGELIO Juan 14, 1-6 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No pierdan la paz. Si creen en DIΘS, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque ahora voy a prepararles un lugar. Cuando me vaya y les prepare un sitio, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy”. Entonces Tomás le dijo: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” Jesús le respondió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí”.
HOMILÍA
Si seguimos a Jesús, que es el Camino, la Verdad y la Vida, un día viviremos con él en la casa del Padre para siempre.
El evangelio de hoy es uno que la Iglesia usa con bastante frecuencia en los funerales, y es fácil ver por qué. La noche antes de sufrir y morir por nosotros, Jesús se dio cuenta de que sus Apóstoles estaban preocupados y agitados. Y así, en las últimas horas de su vida terrenal, les asegura, desde lo más profundo de su corazón, que todo estará bien. Aunque se separará de ellos por un tiempo al morir una muerte horrible en la Cruz, les promete que luego se reunirá con ellos en un lugar maravilloso preparado para ellos desde la fundación del mundo. A pesar de su Pasión y Muerte, nada lo separará de sus hermanos y hermanas. Regresará por ellos y, juntos, vivirán en gozo, felicidad y paz eternos. Aunque los está dejando muriendo, en realidad está usando la muerte como un medio para regresar a Dios el Padre. La buena noticia hoy es que la promesa que hizo a sus discípulos en la Última Cena también es una promesa que nos dio a nosotros, porque en virtud de nuestro bautismo, compartimos la plenitud de la vida con Cristo. Él también regresará por nosotros y nos llevará a estar con él en la casa de su Padre. Este es nuestro derecho de nacimiento bautismal y nuestro destino. Todo el propósito de la Encarnación del Señor fue traer a GD a nosotros y a nosotros a GΘD. Las numerosas habitaciones de la casa del Padre indican un lugar de hospitalidad universal. El cielo no es un lugar de élite para unos pocos elegidos, sino un espacio abierto para un número incontable de los redimidos por la preciosa Sangre del Cordero.
Si seguimos a Jesús, que es el Camino, la Verdad y la Vida, un día viviremos con él en la casa del Padre para siempre.